martes, 25 de enero de 2011

NATACIÓN - FAMILIARIZACIÓN

En primer lugar, se deberá conseguir que la persona que desea aprender a nadar se familiarice con el nuevo medio. Esto se puede obtener mediante juegos acuáticos. Por ejemplo, a los niños se les puede proponer el ejercicio de hacer burbujas sumergiéndose en el agua. Con ello conseguimos que el niño se familiarice con el agua y aprenda a expeler el liquido en un medio que muestra más resistencia que el aire. Otro ejercicio consiste en abrir y cerrar los ojos para conseguir que el aprendizaje no tenga problemas al poner en contacto los ojos con el agua.

Frecuentemente, se piensa que el niño debe hacer lo que desee en el agua, para que así se familiarice «naturalmente» con ella.

Sin embargo, ello puede resultar peligroso, y de la misma manera que a un niño pequeño no se le dejará bajar una pendiente muy pronunciada, al principiante no se le deberá permitir imprudencias.

Existen dos razones fundamentales para tomar esta actitud:

La primera consiste en una simple prevención de accidentes.
La segunda consiste en evitar los nefastos efectos sicológicos que pueden producir estos accidentes.
Cuando una persona que comienza a nadar sufre un accidente, aparte de las consecuencias traumáticas, puede ocasionarle una prevención psicológica con el agua. Existen casos de personas que no han vuelto a introducirse en el agua porque se han atemorizado a causa de un pequeño accidente.